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Elecciones medievales

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Esta historia transcurre en la edad media, en alguna aldea europea supongo. Por el tamaño de la aldea tranquilamente podría ser una historia contemporánea pero los oscuros sucesos sólo pueden transcurrir en el indigno Medioevo. Un señor feudal autoproclamado rey del territorio, su hijo Demócroto y dos mujeres candidatas a princesas, Victoria y Dignidad, son sus personajes principales. El tiempo, el maldito tiempo obstinado en transcurrir, pasaba y pasaba comiéndose poco a poco los días del Rey República.  Esto provocaba en la aldea cierta incertidumbre de no saber cómo serían los días una vez que República no se encuentre en el reino de los mortales. República se estaba consumiendo por una terrible enfermedad que los brujos de la aldea llamaron Codicia de poder. La enfermedad, invisible en sus comienzos, fue haciéndose palpable a pasos agigantados. Al norte de la aldea, sus socios comerciales no sabían con qué podrían encontrarse para negociar una vez que el rey dejara el tron

Los hijos de puta también sueñan

Astronauta, Bombero, Escritor, Futbolista, Maestro, Piloto de avión, Presidente. De chicos soñamos profesiones. Quizás las soñamos por simple exigencia de los adultos que solicitan respuesta a una insoportable pregunta recurrente: ¿Qué vas a ser cuando seas grande? Normalmente el sueño es abandonado debido a la ejecución de la labor del tiempo. El tiempo hastía, avasalla, triunfa: y olvidamos. En ciertas ocasiones, la buena memoria de algún familiar rescata aquél oficio natal y lo convierte en inevitable anécdota anual al momento de soplar las velas. Suelo sentir cierta envidia por esas personas que de forma tan temprana vieron despierta su vocación y más aún cuando logran llevarla a cabo. Es la envidia del estúpido que siempre busca, de aquél que se vio demasiado influenciado por los conceptos y pre conceptos sociales que llevan a moldearnos lentamente como elementos de producción. Ni siquiera como materia prima, ni siquiera como mercancía de cambio. La mayoría poseemos l

Ahora tiro yo - Novela de Sebastian Pujol

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Fui siguiendo el proceso de escritura casi paso a paso. De repente me tocaba leer dos o tres capítulos juntos y luego esperar unas semanas para la llegada del próximo. Lo disfruté como a aquellos viejos folletines que llegaban capítulo a capítulo; supuesta mente debía ayudar con alguna corrección y por qué no con alguna idea, pero sólo lo seguí como Valdano a Diego en el gol a los ingleses, llevándome alguna inútil marca. Conocí así, varios vaivenes del proceso de escritura que quedaran guardados en lo recóndito de mi memoria. Cada vez que terminé de leer un capítulo me llené de ansiedad por la llegada del siguiente. En ocasiones se tardaba apenas unos días, en otras quizás pasaba algún mes. En esos primeros capítulos deseaba seguir conociendo el avance de la historia pero luego más entrado en la trama también empecé a sentir la adrenalina de encontrar el final, el cierre, la culminación del objetivo, y por qué no, del sueño. A menudo como si fuera propiedad mía, fui sintiendo lo

El loco del cigarrillo

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Podría ser Juan, Patricio, Pablo, Guillermo o Sebastián; o, Paolo, Lautaro o Hernán. Se podría llamar de mil maneras. Podrías ser vos o podría ser yo. Tu primo, mi hermano, el papá del verdulero. También podría ser mujer, llamarse Viviana, Jimena o Marián; podría ser tu hermana o mi mamá. Pero no. No sabemos el nombre y sin embargo es todos nosotros, es uno más, es el loco del cigarrillo. El personaje en cuestión es de un barrio humilde del primer cordón del conurbano bonaerense. A simple vista una persona común y corriente, normal. Siempre luce vestido con ropa limpia, siempre con su cuerpo aseado. Camina todo el tiempo por la avenida principal, desde la media mañana hasta bien entrada la tarde. En época invernal llega a ver el cielo sin luz solar, en el verano antes de eso vuelve a su hogar. Deambula, o al menos eso parece, observando la gente y cuando encuentra alguna persona fumando, ya sea parada o caminando a paso lento hace su gracia y suelta su pregunta existencial: ¿me c

Preguntame

¿Por qué sos peronista? ¿Por qué, peor aún, sos kirchnerista? Son preguntas que tengo que ir contestando por la vida, aunque para mí claramente son una sola. La primera, o la segunda, la que quieras. Tengo una sola respuesta: por mi abuela. Está el chiste ése en el cual un kirchnerista le pregunta a otro si se hizo k con Nestor o Cristina y el tipo le responde “con Macri”. Es muy bueno y podría estar inspirado en algún viaje en el tiempo del Delorean del Doc. Brown, cuyo destino fue errado y en lugar de llegar al 55 de Hill Valley hubiera llegado al de Buenos aires: ¿te hiciste peronista por Perón o por Evita? por la Libertadora – podría responder Martin McFly.   No necesité el Delorean y no necesité los desastres de las revoluciones de la derecha argentina, ni libertadora, ni alegría. Mi respuesta a la pregunta es mi abuela. Pasá que te cuento, poné unos mates. Mi abuela viene del campo. Nació y se crió en comodoro py. No en los tribunales, en el pueblo, la ciudad, en el